Primer Etapa

Córdoba me ha recibido bien, como lo he deseado. Llegando en el tren a la estación terminal, mucha lluvia. Al llegar algunas pequeñas gotas. Hacia dónde va el viento?, esa mi pregunta existencial del momento. Salgo o no salgo hacia Villa General Belgrano?. 90km bajo la lluvia?. A qué vine? a hacer este viaje, a encontrarme solo pedaleando sobre mi Cleta, entre los autos, las sierras, los bosques. Antonces...el coraje que caracteríza mi ser (también la irracionalidad por momentos, claro), emprendo el viaje hacia la Casa de Turismo donde se me informe sobre qué camino tomar para salir de inmesa ciudad, sin perder tiempo o perderme a mi mismo entre calles asfaltadas y mucha gente recorriendolas. Interesante la experiencia de encontrarme con la necesidad de economizar cuanto tengo, desde mi físico, el agua que llevo, el alimento, el dinero, mi pensar y llegar íntegro a destino. Economizar, administrar, que reto tan interesante para persona como yo.


El comienzo de esta primer etapa, marcada por la fuerza interior de esta búsqueda. Por el estado de mi cuerpo, mis piernas.


Ya en camino, sin perderme, sin perder tiempo en la salida, 1230, con algo de sol y algo de nubes sobre mi, emprendo la cuesta, aunque por el momento moderada hacia la salida por la Av Velez Sarfield, hacia la ruta 5. Los buses de Sierras Calamuchita se suceden, dandome indicios de que voy por el camino correcto.
Los pequeños pueblos se suceden, hermosos, hasta que la lluvia se hace presente en la entrada de Alta Gracia, recordándome lo intenso de mis días en Bariloche, cuando salía a entrenar, con nieve, lluvia, viento. El pedalear se hizo más intenso, con más ganas, recordando que debía economizar mis energías para llegar sano a destino. El aire se enrrareció, si, es más puro, que linda sensación, pocos autos y mucho oxígeno para mis pulmones contaminados.







Mi preocupación era llegar de día, no sabía de las distancias que quedaba por recorrer, freno a que pase la lluvia o sigo con ritmo?, sigo, vamos Cone, vamos a Villa General Belgrano. Paro en un quisco a cambiarme y buscar una baterias para mi literna, llovía y yo al costado de la ruta cambiando mi indumentaria por una más acorde. La lluvia paso de ser unas gotas a lluvia poco recordadas como las de Brasil o de Vietnam. Ya no reconocía si lo mojado de mi cuerpo era por la condensación interna o por la lluvia misma y la ya no imperbeable campera que traje. La temperatura cambio notablemente, mi cuerpo emanaba vapor, mis anteojos empañados. De pronto...granizo, pequeño pero granizo, gracias a Dios traje el casco, al menos la cabeza sana.
Las subidas se fueron haciendo cada vez más pronunciadas, el agua comenzo a hacer más laborioso el pedalear. Las alforjas pesaron aún más, mis piernas también.



Allí comence a perder la noción de las distancias que pudieran separarme de mi destino, en mi interior: estas cada ves más cerca. El medio vaso lleno se va llenando cada ves más, adelante.
De pronto, luego de una curva, un cartel: Villa General Belgrano 34. Disfrute el camino, logre disfrutarlo, sin miras a dónde estaba o cuánto falta. La sonrisa no pudo ser contenida, la alegría invadió mi cuerpo y se hizo presente en la fuerza de mi pedalear.
Esos 34km que me separaban de mi destino se hiceron cada vez más duros, subida tras subida, bajadas? tan solo algunas donde disfrutaba al levantar mi cuerpo del asiento que hacía ya estragos en mis nalgas.
Más pequeños pueblos serranos, hermosos, gente? nadie por las calles, algunos perros que acompañaron algunos metros mi trayecto, como algunas bandadas de loritos que bulliciosos a modo de arenga me cantaban para que mantenga mi ritmo.
Ya se hizo duro la subida, sobre la Cleta, bajado y caminando a su lado, pujando mis ruedas y mi equipaje, hasta donde pueda bajar. Esas interminables subidas, que luedo de una curva me daban la esperanza que allí terminara, luego de la curva...más subida. Agradezco a las nubes que impedían ver lo alto que pudiera ir el camino, me enfocaba en los metros recorridos y los 50, 100mts por delante.
A 13km, mis piernas comenzaron a sentir el dolor del rigor a las que las lleve. Frío y cansancio, un combo increíble para cualquier atleta, claro atleta. Yo había dejado de serlo hace tiempo. Veo que aún puedo.
Este combo hacía duro cada girar de las palancas, me bajo y espero que pase el viento, la lluvia, elongo y veo. Si freno voy a estar helando mi cuerpo cansado y el dolor puede ser mayor, cojo la Cleta y sin parar sigo con ella a mi costado. Mi brazo izquierdo del lado de la ruta y el dedo pulgar de dicha mano, tímidamente comienzan a izarse con cuanta comioneta o camión pasan a mi lado. Claro, mi decisión era llegar por mis propios medios, por ello nadie freno.
La última subida se hizo presente, la lluvia habia cesado y mi cuerpo estaba tomando un poco más que tímido calor, la ropa aún mojada. Al comenzar el desenso hacia...no sé donde y por cuánto, un relámpago me deja sin aire, segundos después la lluvia amazonica-vitnamita, si en plena Sierras Cordobesas. Más frío, no quiero pedalear más......
Un nuevo cartel y mi alegría, Villa General Belgrano 3. Ya en descenso hacia la villa un grito sale de mi graganta, con las energías restantes: Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, las lágrimas no salían de mis ojos, solo mis brazos en alto. Victoria. Primer etapa.
Guauuuuuuuuuuuuuuuuuuuu, huauuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu, 90km, 6 horas, 2 paradas, varias bajadas de la Cleta. Llegué, con la mejor de las condiciones, cansado, con ganas de una buena ducha y organizar mi encuentro con algún maestro o padre de la escuela.

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