Viaje en Tren

Comienza mi viaje, saliendo esta vez con tiempo, evitando stresarme ya en la salida de hermoso viaje. Ganas de disfrutar desde el momento cero.
Mis hijas, a algunas horas de partir hacia cálidas playas. Parte de mi va con ellas, parte de ellas viene conmigo.
20:45 parte el tren hacia el mañana. La ciudad de Buenos Aires va quedando atrás, con ella gente a la que quiero, deseo y extraño. Las luces se alejan, la oscuridad del camino. Dejo atrás, suelto, respiro profundo.
Jajajaja, que extraño, a mi lado una dulce anciana, con amorosa sonrisa me recibe a su lado.
El sonido del metal bajo mi asiento, el movimiento se asemeja al de una mesedora, me reconforta, la vocina del tren me recuerda donde estoy.
Aromas nuevos, no de avión, de auto, de omnibus, si de algo nuevo, metal, cables, combustión. Los pasajeros, buscan de a poco su comodidad. Dialogan, se observan, disfrutan.
El aroma a tortilla de mi anciana compañera abre mi apetito. El tupper amarillo va quedando poco a poco vacio o lleno de nada.
Krishna acompaña musicalmente.
Me percato de que el tren en Argentina funcionaaaaaaaaaaaaaaaa y me transporta.
Un pensamiento y sentir se apodera del segundo: "Te extraño"
Las bebidas gasesosas se hacen presente, junto a los aromas de distintas comidas. Hoy?: berenjenas, pastel de papas y flan de chocolate. Esto en el vagon comedor.
Afuera, las luces se van apagando, se hacen más espaciadas, menos frecuentes. La esencia de una mandarina llega a mi nariz.
La sensación física de mareo, es nueva, debido? la mesedora, los aromas?.
Los sonidos electrónicos acompañan mi caminar hacia el comedor. Las mesas son para compartir, un joven y una joven solos, yo también, la antipatía del viaje se hace presente. El encuentro conmigo ha comenzado, evitando el derrotero del diálogo, alejándome de mi objetivo, la soledad. Mi bolso de mano ocupa el asiento a mi lado, prohibido sentarse.
El caminar dentro del tren en movimiento se hace gracioso, no se puede estar preparado para el próximo movimiento, es sueve, brusco. La botella de agua frene a mi, aún no se ha caido...ahora si.
Voy a volver a hacer este viaje, con mis hijas. Asi será.
Al mirar por la ventana se ven imágenes rápidas, imperseptibles, el reflejo de una ventana sobre la otra y lo que en la otra se refleja, superponen cosas, crean estructuras raras, ventanas y puertas en lugares extraños.
Me relajo, mis músculos tensos se relajan al movimiento del vagón, se siente bien.
La realidad de choca nuevamente, una estación atiborrada de cartoneros esperando su tren, caras cansadas, con frío. Yo comodamente sentado, sentado, cenando.
La tonada de la ciudad destino ya se oye por los pasillos en boca de los empleados del tren.
Mi cuerpo, reconoce la hora, el alimento y esta dando señales de que el día ha llegado a su fin, el comienzo del nuevo se avecina.
Amanezco, aún en el tren, 6:30, giro mi cabeza sobre mi hombro derecho... el amanecer, el sol a medio salir me sonrié, me da la bienvenida y yo al nuevo día. Rojo intenso, enorme, hermoso. El día ha comenzado, me levanto del asiento en busqueda de una toma de esa grata vista.
El sol es cortado por el horizonte, el amanecer se hace presente, impregna de energía a la tierra, vitalidad.


Estoy a horas de llegar a destino, desayuno y leo, disfruto, observo, pienso. Acá estoy, hacia allí voy, toco mis piernas, están relajadas, le esperan 90km de pedaleada.

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