Salir al encuentro...

La llegada a Villa General Belgrano, no solo estuvo marcada por el frío, el agotamiento y la lluvia, sino también por la cordialidad de una pareja que atiende su humilde local de informatica ingresando a la Villa, ellos amablemente me invitaron a pasar a su local y llamando desde su teléfono buscaron para mi un lugar cómodo, cerca y barato, donde poder dormir. Hasta me consiguieron un precio preferencial por ser amigo suyo. Gracias, Namasté para ustedes mis queridos desconocidos.
Después de merecida ducha, quitarme lo entumecido de mis manos, heladas por la lluvia y el viento, las piernas y a decir verdad el resto de mi cuerpo. Si, yo, tuve mucho frío. Me tomo unas horas sobre la cama, llamo a Ana (mentora, inspiradora y querida maestra del Seminario Pedagógico y amiga) para que pueda facilitarme algún dato más preciso sobre algún padre o maestro al cual llamar.
Me pongo en contacto con John, del Hostel El Rincón. Con el cosmos sobre mi, el cielo se habia despejado y veía las estrellas tan cercas como el cielo raso de una casa, estarían tan cerca? o soy yo quien se acerca a ellas? Caminando por el bosque agradezco el momento, la oscuridad hace lo suyo, el cansancio y la sensibilidad lo otro. Voy al encuentro de algo nuevo.
Salgo en búsqueda de ese lugar y aquel nombre vestido de cuerpo humano. Al pasar por el centro comercial de Villa General Belgrano, recuerdo las comidas tipicas, afirmo que al regresar voy a parar por un goulash, sin duda. Al dar unas vueltas por las oscuras calles, densamente pobladas de la nada, llenas de caminos, árboles y las estrellas, llego en plena hora de la cena, mucha gente, una mesa vacia.
Dentro de la cocina, un hombre, si, claro, aquel hombre de facciones europeas es John.
Qué tal, John?, me envía Ana.
Oh si claro, en este momento no puedo atenderte, me aguardas unos minutos?
Claro... puedo cenar?
Pero claro, allí en la mesa está todo. Hay...GOULASH
Fantástico, gracias.

Tomo la mesa vacia, toda para mi, puedo desde allí observar todo el panorama, quienes se sientan a mi alrededor.
Al volver a mi mesa, con el plato lleno de tal preciosa comida húngara, veo una cara conocida...si, le conozco, de dónde?, sin dudarlo me levanto y voy a su encuentro. Es una maestra del Trigal de Villa Las Rosas. Sonia, que trabajo en Juana de Arco. Estaba allí realizando un curso de acuarela con Henk Jan Meyer, quien también había disertado en un módulo de Producción Bio Dinámica, en el mismo lugar, una semana antes.
Cuando le comento a Sonia, maestra de El Trigal, el por qué de mi viaje, llevar la luza de Ahura Mazda y de ella esperar su obrar en corazón y mente, me dice muy tranquila que allí en dicho curso se encontraban maestros de varias escuelas: El Trigal, Sol de Oro y La Aurora.
Este encuentro es mágico, sublime, qué más puedo pedir?, pedir?, agradecer por tal momento. Confirmo así, que luego de haber enviado mails a los cuatro vientos, llamado a cuanto teléfono he logrado, los encuentros son físicos, personales.
Luego de la cena, voy al encuentro de dichas maestras. Me presento, se presentan y les comento por qué estoy allí. Tengo lugar donde quedarme en Villa Carlos Paz, de mano de Silvana, Tante o Seño del Jardin Sol de Oro. También lugar donde quedarme en Villa General Belgrano, en el Hostel de John. Como en Villa General Belgrano. El poder del deseo, la decisión, la apertura al futuro y lo que pueda traer. Que hermosa conspiración del destino. No tengo más que palabras de agradecimiento, sabia que esos 90km serían para algo, BUENO claro.

El lunes 9:55 estare por La Aurora, ya organice con una de sus maestras para dicho encuentro.
Con el espiritu rebozante, el corazón lleno, la mente tranquila, vuelvo a la cabaña, a esa cama que probé horas antes.
Gracias

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